La Segunda Guerra Mundial marcó una ruptura existencial y conceptual en la historia que simbolizó un siglo marcado por una serie de eventos y avances en nombre de la humanidad, así como también ha estado marcado por asesinatos masivos, masacres y genocidios, del cual el de mayor magnitud fue el Holocausto con seis millones de víctimas (Ministerio de Educación de la Nación Argentina, 2010).  


Ante esto, en un primer momento, las potencias mundiales se mantuvieron neutrales y esta actitud fue devastadora. Todo se inició con las medidas del primero de abril de 1931, con el inicio del boicot comercial a los negocios judíos, así como lo ocurrido durante la noche de los cristales rotos, cuando se organizaron Pogroms en toda Alemania, quemando sinagogas, atacando y asesinando a la población judía. Pero no será hasta 1939 cuando se empezó con las deportaciones a los guetos, campos de concentración y exterminio ubicados en distintos puntos de Europa, sobre todo en Polonia, donde se realizó la más grande y atroz matanza (Ministerio de Educación de la Nación Argentina, 2010).


La “Solución final” es como se llamó a este plan que pretendía la aniquilación total del pueblo y del judaísmo por su condición religiosa y cultural. El asesinato y la destrucción de la vida comunal judía fue para el Estado nazi un plan prioritario, por lo que dedicó sus energías y sus instituciones gubernamentales, industriales, tecnológicas y científicas, así como sus constructos ideológicos antisemitas y fascistas para  lograr este fin (Misses-Liwerant, 2016).


  1. Asunción al poder

 

En marzo de 1933, Adolf Hitler hizo uso de la palabra en la primera sesión del Parlamento alemán luego de ser nombrado canciller. Con la presencia de casi todos los partidos políticos del Reichstag (excepto los socialistas y comunistas) se aprobó la “Ley Habilitante” que le otorgaba a Hitler el poder para gobernar a través de decretos de emergencia.


  1. 1933 - 1939: de ciudadanos a parias


El 1 de abril de 1933, los nazis iniciaron un boicot contra tiendas y negocios judíos de toda Alemania. Muchos alemanes siguieron entrando a las tiendas judías a pesar del boicot, y este se suspendió a las 24 horas. En las semanas y los meses siguientes, se tomaron y mantuvieron más medidas discriminatorias contra los judíos.


Los nazis dividían a la población mundial en “razas” superiores e inferiores. Según esta ideología, en la cúspide de la jerarquía racial estaba la “raza aria”, a la cual los alemanes supuestamente pertenecían. El ideal nazi era el tipo nórdico, de cabello rubio, de ojos azules y alto. Por ello establecerán un catálogo racial, según lo definían las Leyes de Núremberg, que diferencie a los individuos que tienen “sangre alemana” pura de los de “sangre mezclada” y los judíos. Entre otras cosas, las leyes sancionadas en septiembre de 1935 limitaban la ciudadanía alemana futura a las personas que tuvieran “sangre alemana o afín” y excluían a quienes eran considerados “de raza” judía o romaní (gitana). Estas leyes prohibían el matrimonio y las relaciones entre judíos y no judíos. 


  1. 1938: la “Noche de los Cristales Rotos”, o Kristallnacht


Durante la noche del 9 y 10 de noviembre de 1938, el régimen nazi desató una ola de violencia antijudía orquestada por toda Alemania. En 48 horas, se destrozaron e incendiaron sinagogas, 7.500 comercios judíos sufrieron daños o destrucción, 96 judíos fueron asesinados y aproximadamente 30.000 hombres judíos fueron arrestados y enviados a campos de concentración.


  1. 1939: Inicio de la guerra y la búsqueda de refugio


Después de que la Alemania nazi incorporó a Austria en marzo de 1938 a sus territorios e invadiera Polonia en 1939, se desató una ola de humillación y confiscación de propiedades, que empujó a muchos judíos a abandonar Europa. Sin embargo, para poder irse, debían obtener una visa de salida y pagar grandes sumas de dinero en impuestos y otras tarifas. La negativa de muchos países Aliados de todas partes del mundo (a excepción de República Dominicana), que no solo no cumplieron las cuotas migratorias establecidas previamente en sus leyes, sino que además pusieron una serie de impedimentos para recibir a los que venían huyendo de la guerra, contribuyó a que el número de víctimas alcance cifras escalofriantes. 


En la década de 1930, las políticas de los gobiernos ponían obstáculos a los judíos que buscaban refugiarse y establecerse en los Estados Unidos. En mayo de 1939 zarpó de Alemania hacia Cuba, el barco de pasajeros St. Louis con 937 pasajeros, la mayoría judíos. Los pasajeros desconocían que el gobierno cubano les había revocado los permisos de desembarco. En los Estados Unidos el gobierno tampoco los autorizó a ingresar, y el St. Louis debió regresar a Europa. Aproximadamente 250 de estos refugiados luego fueron asesinados en el Holocausto (Museum Holocaust Memorial, 2019).

                   

  1. La solución final: la vida en los guetos


Fue la aplicación sistemática de acciones por partes de la Alemania nazi para el exterminio del pueblo judío. Todo empezó con el desplazamiento de las poblaciones judías de sus casas originales hacia los guetos. Los guetos estaban en distritos generalmente cerrados dentro de una ciudad, donde los nazis concentraban a la población judía del municipio, y a veces de la región, para controlarla y segregarla del resto de la población no judía. 


En noviembre de 1940, las autoridades alemanas cerraron el gueto de Varsovia y restringieron rigurosamente los suministros de alimentos y bienes básicos destinados a los más de 300.000 judíos que allí vivían. La supervivencia fue un desafío diario para estos habitantes que luchaban para cubrir sus necesidades básicas de alimento, servicios sanitarios, techo y abrigo.


  1. La solución final: las deportaciones


Durante 1939 hasta finalizada la guerra, cientos de trenes transportaron desde los guetos judíos de la Europa controlada por Alemania, hasta unos de los seis centros de exterminio asentados a lo largo de las líneas férreas de la Polonia ocupada. En estos vagones trasladaban entre ochenta y cien personas apretujadas. Los trenes de deportación solían transportar en total entre mil a dos mil prisioneros. Muchas morían en el camino por las condiciones extremas del viaje y la mayoría de los sobrevivientes eran asesinados cuando llegaban a los centros de exterminio. 


  1. La solución final: el universo de los campos de concentración


De todas partes del territorio europeo invadido por Alemania partían trenes rumbo a los campos de concentración y exterminio. Auschwitz-Birkenau fue el mayor de todos estos centros de extermino. Una abrumadora mayoría de judíos ingresaron a este campo de exterminio para ser asesinados en cámaras de gas (generalmente, a las pocas horas de su llegada al lugar) y luego ser los cuerpos cremados. 


Las autoridades nazis les confiscaban sus pertenencias: ropa, zapatos, lentes, dientes de oro, joyas, cabello y otras cosas más. Toneladas de estas pertenencias fueron encontradas por el ejército ruso, cuando liberaron el campo en Auschwitz. Iguales panoramas encontraron en otros campos las tropas aliadas inglesas y norteamericanas.


  1. Marchas de la muerte


Los prisioneros marchaban de un campo de concentración a otro. Ante la perdida militar alemana frente a los aliados, a fines de 1944 las autoridades alemanas ordenaron que se evacuaran los prisioneros de los campos de concentración para alejarlos de los soldados aliados y llevarlos al interior de Alemania. Evacuados en trenes, en embarcaciones o a pie, los prisioneros sufrieron desnutrición, agotamiento, maltratos y condiciones climáticas rigurosas. Los guardias de las SS cumplían órdenes estrictas de fusilar a los prisioneros que no podían seguir caminando o viajando.


  1. Los juicios de posguerra


Oficiales nazis de todos los rangos fueron juzgados por el Tribunal Militar Internacional, en el más conocido de los juicios de posguerra: El Juicio de Núremberg, Alemania. Con jueces que representan a los aliados: Inglaterra, Usa, Francia y la URSS, a partir de octubre de 1945 hasta finales de 1946 se juzgaron a 22 de los principales criminales nazis por los cargos de crímenes contra la paz, crímenes de guerra, crímenes contra la humanidad y conspiración con el fin de cometer tales crímenes. Como respuesta al Holocausto, la comunidad internacional se ocupó de crear salvaguardas destinadas a evitar futuros genocidios. En 1948 las Naciones Unidas votaron para que el genocidio se declarara crimen internacional, y se lo denominó “flagelo abominable” que debe ser condenado por el mundo.

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